Archivo Real y General de Navarra

En la calle 2 de mayo, en un enclave privilegiado de la Navarrería, se alza el antiguo Palacio de los Reyes de Navarra, de San Pedro, del Virrey o de Capitanía, que se remonta al siglo XII. Fue hacia 1190 cuando el rey Sancho VI el Sabio ordenó construir este palacio. El edificio arrastró siempre una disputa permanente sobre su uso entre el obispado y la corona; de hecho llegaba a conocérsele como el Palacio Real y Episcopal. Todo esto se circunscribe dentro de las luchas existentes entre ambos poderes por el control de la ciudad.

La rehabilitación del edificio como sede del Archivo Real y General de Navarra fue llevada a cabo en 2003 por Rafael Moneo.

Tres razones para visitarlo

Un edificio con mucha historia

En 1515 se convierte en residencia del virrey, y esa será su función desde 1539 hasta 1841 cuando, tras la imposición de la Ley Paccionada, el edificio pasa a alojar a capitanes generales y gobernadores militares. Hasta 1971 desempeñará el papel de sede del Gobierno Militar, también llamado Capitanía General.

El 19 de julio de 1936 el general Mola dará lectura al bando de guerra desde el balcón que entonces existía en el lateral izquierdo de la puerta de acceso.

Durante la época de la transición política queda totalmente abandonado por parte de los militares.  En 1979 el ejército cede la propiedad al Ayuntamiento de Pamplona y al Gobierno de Navarra. Posteriormente, el Gobierno de Navarra se ha hecho cargo de este edificio y de su restauración (ejecutada por Rafael Moneo), lo que permitió que en 2003  se inaugurase en su interior el Archivo Real y General de Navarra.

En dicho archivo se guarda lo que queda de la memoria del Reino independiente de Navarra, que no es poco, con miles y miles de documentos emanados de su administración.

Una maqueta de 1900

Construida en madera y ubicada en el zaguán del Archivo Real y General de Navarra. Nos invita  a repasar, a vista de águila, la Pamplona de 1900, y a ubicar todo lo que hemos visto en este recorrido: los espacios de las murallas, los diferentes burgos, las puertas de la ciudad y, muy especialmente,  la Ciudadela. Este repaso general pone el punto final al recorrido.

El pozo de nieve

Hay que trasladarse con la imaginación a aquella Pamplona encerrada en sus propias defensas, en la que no siempre era posible o aconsejable salir. La ciudad tenía que estar preparada para sobrevivir en caso de prolongado asedio, por eso la existencia de numerosos pozos de agua era especialmente importante y no menos importante era la construcción de pozos de nieve.

De aquellos pozos de nieve que hubo por toda Navarra se conserva uno en Pamplona, junto al Palacio Real. Es este que vemos aquí, un pozo cilíndrico de piedra sillar con 7 metros de profundidad.

La nieve se almacenaba en su interior mediando un cuidado sistema de capas alternas de nieve y paja que se compactaban para convertirlas en hielo.

Esta estructura era atendida por el “nevero” o “nivero”, una persona que se ocupaba de recoger la nieve, transportarla hasta aquí, bajarla, apilarla, prensarla, y posteriormente proveer de tan preciado elemento a aquellos que se lo podían permitir. La nieve, o el hielo, tenía entonces tres usos fundamentales: conservación de alimentos, uso medicinal, y elaboración de refrescos.

 

Uno de los edificios más emblemáticos de Navarra

Recorre los múltiples paseos y rutas que te ofrece la ciudad

  

Contacto

  • Dirección: calle dos de mayo, s/n
  • Teléfono: +34 848 424 667
  • E-mail: arhivogeneral@navarra.es
  • Web: www.agn.navarra.es

Información relevante

  • Horario: todos los días de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00.
  • Visita: libre
  • Visitas para grupos.
  • Precio: gratis
  • Otras actividades: juego de escape Bloqueo de Pamplona
  • Accesibilidad: accesible para personas con movilidad reducida

No hay mejor manera de vivir la ciudad que disfrutando durante todo el año de las numerosas actividades y experiencias